El trastorno depresivo es una condición patológica caracterizada por alteraciones en el estado de ánimo, pérdida de interés, alteraciones del sueño, falta de energía y concentración principalmente, siendo una de las principales causas de muerte en el mundo.
La principal causa fisiopatológica de la depresión, corresponde a la alteración del nivel y la función de moléculas llamadas "neurotrofinas", contribuyendo a la atrofia, desconexión sináptica y disfunción de circuitos relacionados a los estados de ánimo. En este sentido, se asocia importantemente a la disminución de una neurotrofina clave: el "Factor neurotrófico derivado del cerebro" o "BDNF" (por sus siglas en inglés).
¿Pero qué importancia tiene el ejercicio en estos casos?
Aquí es cuando entra en juego nuestro más amado remedio: el ejercicio. El BDNF es una neurotrofina que puede ser "optimizada" con el ejercicio (para mencionarlo en términos simples). Se consigue la facilitación de la plasticidad sináptica y remodelación, inducción de potenciación a largo plazo, modulación de expresión génica para la plasticidad, resistencia a lesiones neurales y alivio a síntomas depresivos.
Es por esto que se ha requerido comprender mejor las acciones del BDNF y cómo estas acciones pueden aprovecharse para mantener, reparar y reorganizar los circuitos emocionales y cognitivos dañados por los trastornos del ánimo, teniendo en este sentido una importancia clave para la prevención y rehabilitación de la depresión.
Es aquí donde el EJERCICIO, con respaldo de una gran variedad de estudios científicos que respaldan su efecto en la reducción de los síntomas depresivos, facilita la recuperación de esta condición patológica mental, disminuye la incidencia de recaída a los síntomas y, dentro de uno de los factores muy importantes a considerar, es que disminuye la carga del cuidador (en caso de un paciente depresivo que lo tenga).
Sin lugar a duda, muchos de los efectos positivos del ejercicio sobre la salud y la función del cerebro derivan de su capacidad para optimizar los niveles centrales de BDNF, particularmente en el hipocampo, zona cerebral encargada eminentemente del sistema emocional de nuestro sistema nervioso central (sistema límbico).
En la actualidad, el tratamiento convencional está dirigido hacia la terapia farmacológica y la psicoterapia, principalmente. Sin embargo, la farmacología tiene grandes problemáticas, como sus efectos secundarios, baja adherencia al tratamiento, moderados resultados en sintomatología, grandes costos y un largo lapso entre el tiempo de uso y la disminución significativa de los síntomas.
El ejercicio físico en cambio, proporciona efectos metabólicos y psicológicos comparables a la terapia farmacológica (e incluso mejores) que permiten la desaparición de los síntomas antes mencionados, entre los que destacan: sensación de competencia, control y autosuficiencia, liberación de endorfinas, evasión de pensamientos suicidas y por último, una mejoría en la producción de neurotransmisores, los que influyen en la memoria y en procesos cognitivos.
¿Y qué ejercicio se debe hacer?
El tipo de entrenamiento dependerá de la persona y su "capacidad física". Varios autores proponen el aumento en la actividad física diaria, pero otros en específico evalúan el entrenamiento aeróbico y de fuerza, entre intensidad, duración, frecuencia, supervisión, relación, etc. Ambos son recomendados y se consideran efectivos a una intensidad moderada-vigorosa, mínimo 40 minutos, 3 veces por semana, supervisados por especialistas.
Cada entrenamiento debe ser personalizado y específico para cada persona. Si este ejercicio es potenciado con una alimentación acorde para optimizar tu sistema inmune (considerando que los trastornos del ánimo tienen estrecha relación con un descenso de la inmunidad), verás una sinergia de ambas herramientas, las que te llevarán a salir muchísimo más rápido de tu estado depresivo. (Puedes leer nuestro post sobre "Nutrición para el sistema inmune AQUÍ)
Tal como muestra la imagen anterior, también se ha observado que el cese del ejercicio o su no realización, aumenta o inicia síntomas depresivos en personas sanas. Por lo que la continuidad del ejercicio se convierte en un potencial objetivo a cumplir. Sin antes mencionar que el estrés y la ansiedad también son síntomas que aumentan por el sedentarismo.
Sin embargo, tenemos que dejar en claro que el ejercicio es aún "recomendado" para la depresión, no siendo actualmente de primera prescripción (debiendo serlo), siendo en la actualidad la farmacología y la psicoterapia el tratamiento de primera línea.
Como profesional de la salud, te recomiendo 100% el uso del ejercicio como tratamiento de primera categoría, por sus efectos positivos en patologías mentales, metabólicas, inmunes, musculo-esqueléticas, etc. Siempre y cuando sea bien prescrita por un profesional de la salud dedicado al área de la prescripción del ejercicio.
Los beneficios serán progresivos y en aumento, dependiendo de la carga del ejercicio, sumando a esto el aumento de la actividad física diaria, entendiendo esto como todas las actividades que realizamos durante el día, como subir escaleras, caminar, trabajar menos tiempo sentado o aumentar los breaks activos durante la jornada laboral. Todos estos factores en relación con el movimiento del cuerpo jugaran un papel beneficioso.
Recuerda EL EJERCICIO ES CLAVE en el bienestar del ser humano, busca siempre la evaluación y ayuda de un profesional de la salud y del deporte, y verás los grandes beneficios que puede traer el ejercicio en tu vida.
¡Esperamos te haya parecido interesante!
Un abrazo,
Sebastián Muñoz
Kinesiólogo Vilbofit
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