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Exceso de peso y mayor riesgo de enfermedad

Actualizado: 10 may 2020

¿POR QUÉ ME ENFERMO SI ESTOY “SANO”?



Últimamente se ha hablado bastante de la importancia de una buena alimentación y su relación con la inmunidad, dando especial énfasis en lo que debemos o no consumir para lograr ese equilibrio entre inmunidad y nutrición.


Según mencionamos en uno de nuestros posts anteriores, (lee AQUÍ nuestro post anterior de Nutrición e inmunidad) la inmunocompetencia de un individuo depende de la correcta ingesta de micronutrientes como zinc, cobre, hierro y selenio, vitaminas A, C, E, complejo B, probióticos y hábitos saludables.



En relación a esto, hay muchos quienes creen estar “sanos”, ¿lo están realmente?



En este post, queremos ahondar en algunos procesos intermedios que ocurren entre la nutrición y el sistema inmune, para así entender desde ese punto de vista la relevancia de una verdadera alimentación saludable.


A continuación, explicaremos 3 conceptos que nos pueden dar más claridad para abarcar este tema:


1- Sistema inmune: Es, a grandes rasgos, el responsable de la defensa de nuestro cuerpo ante organismos infecciosos invasores. Para cumplir con esta función, actúa a través de dos mecanismos; Un mecanismo innato, el cual cumple su función independiente de la exposición a agentes infecciosos, y un segundo mecanismo llamado adaptativo, cuyo funcionamiento se pone en marcha luego de haber estado expuesto a un agente invasor. (Puedes ahondar en cómo funciona el sistema inmune AQUÍ)


2- Microbiota: Comunidad de microorganismos que habitan en un sitio determinado. En este caso hablaremos en particular de la microbiota intestinal, la cual está formada en gran parte por bacterias beneficiosas para la salud y es considerada como un “órgano metabólico”, con funciones asociadas a nutrición, regulación de inmunidad y de inflamación sistémica. En la microbiota de los seres humanos, el predominio de un microorganismo sobre otro estará determinado según la fuente nutricional, las características de la dieta y los factores genéticos existentes.


3- Metabolismo: Conjunto de reacciones químicas, cuya función es transformar la energía consumida a través de la alimentación, en combustible para diferentes procesos.


Mencionados estos tres conceptos, podemos empezar a relacionar uno con otro y ver cómo es importante mantenerlos en correcta integración.


La alteración y desbalance del equilibrio microbiano normal, conocido como disbiosis, puede ser causal entre otras enfermedades, de la obesidad, patología que se caracteriza por exceso de grasa visceral (aquella situada en la zona intraabdominal y que cubre los órganos internos a ese nivel), generado a raíz del aumento en el volumen de la célula adiposa, la cual secreta moléculas que atraen macrófagos, los que se infiltran en el tejido graso.



Los macrófagos son células del sistema inmune capaces de identificar y fagocitar partículas (tragar moléculas), en este caso las citokinas proinflamatorias (moléculas que aumentan la inflamación) secretadas por los adipocitos y según el tipo de receptor activado, podrían transformarse en una variedad “maligna” (Macrófagos M1), produciendo un aumento de la inflamación, afectando así el funcionamiento normal del tejido adiposo, convirtiéndolo en un tejido capaz de inflamar todos los sistemas de nuestro organismo.


Entendiendo lo anterior, podemos deducir que la modificación en la microbiota intestinal, podría causar una exagerada reacción inflamatoria de manera crónica, en donde a mayor disbiosis, mayor grado de obesidad y mayor inflamación, generando así un círculo vicioso.




Entonces, ¿Cómo relacionamos todo esto con la alimentación?


La comida digerida, viaja por el tracto gastrointestinal y al llegar al intestino grueso afecta directamente la calidad de nuestra microbiota. Justamente alrededor del intestino se encuentra la grasa visceral y también la mayor parte de las células del sistema inmune, las cuales asociadas al tejido adiposo y junto a su fuerte potencial proinflamatorio, tendrían un rol crítico en el metabolismo, tanto a nivel estructural como funcional.


Esto, depende en gran medida de la calidad de los nutrientes proporcionados en la alimentación, generando así una respuesta inmunológica deficiente y relacionándose con enfermedades como diabetes, ateroesclerosis y resistencia a la insulina, además de mayor predisposición a infecciones.


En conclusión, el metabolismo y el sistema inmune mantienen una relación estrecha de sus vías, en las cuales muchas moléculas cumplen roles importantes y poseen la capacidad de regularse mutuamente. Esto explica por qué el sistema inmune no puede funcionar correctamente en presencia de malnutrición, ya sea esta por déficit (desnutrición) o por exceso (sobrepeso u obesidad). El desbalance metabólico y energético, consecuencia de una mala alimentación, conduciría a un desequilibrio inmunológico, con consecuente inmunodeficiencia, enfermedades inflamatorias y mayor riesgo de enfermedades en general.


Entonces, respondiendo a la pregunta del principio: ¿Por qué me enfermo si estoy "sano"?


La respuesta es que muchas personas que piensan estar sanas, realmente no lo están, ya que tienen sobrepeso u obesidad, en donde su organismo está en un constante estado inflamatorio, lo cual hace que se enfermen más. En la sociedad actual, a pesar de todos los avances en la ciencia y en la educación poblacional en cuanto a salud, no se suele considerar al exceso de peso como un estado patológico, cuando en realidad sí lo es. Es este el motivo, por el cual muchas veces vemos personas jóvenes "sanas" que se enferman y que pueden incluso fallecer.


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Un abrazo,

Ana Paula

Nutricionista Vilbofit


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